De nuevo la floración salvaje
extingiéndose en el anochecer, los cerezos
espuma al pie de la colina
y un mirlo, diciéndonos
lo que piensa de esto, diciéndonos
lo que piensa...
¿Cómo lo soportamos? Un incendiado cielo
el estuario con su pátina de oro, las nubes que pasan
grises como campesinos
movidos por una profecía,
¿Qué diremos
que no haya dicho el mirlo
una y otra vez? La noche llama:
Al lado, las ventanas de la casa de cristal
se arrebolan y luego callan.
(extraído de La reparación -2012)
May
Again the wild blossom
powering down at dusk, the gean trees
a lather at the hillfoot
and a blackbird, telling us
what he thinks to it, telling us
what he thinks...
How can we bear it? A fire-streaked sky, a firth
decked in gold, the gry clouds passing
like peasent-folk
lured away by a prophecy.
What can we say
the blackbird`sfailed
to iterate already? Night calls:
the windows of next-door`s glass house
crimson, then go mute.
(The Overhaul - 2012)
jueves, 13 de agosto de 2015
lunes, 10 de agosto de 2015
De aquí y de allá
Hace tanto que no soy
Hija y soy en cambio Madre,
que me olvido de la altura
en la cúpula de aquel mundo
que leuda cuando me duermo
y suavemente ambarino
y en cierta forma amniótico,
se va si me despierto
como burbuja en el espacio
o diminuto glóbulo
en las venitas del ojo.
Aquí, lo que me rodea
es verde, amén que llueve
tanto que las plantas caen
vencidas por húmedo peso.
Yo, que soy búfala de agua,
gozo hasta de respirar
este aire denso, resoplo
con el hocico al cielo,
te empujo hacia arriba
burbuja de sueño y bajo
la frente al suelo
y parpadeo.
domingo, 2 de agosto de 2015
Un poema de Kathleen Jamie
Kathleen Jamie (1962) es esocesa. Su escritura comprende poesía, ensayos y libros de viaje. Sorprende la sutileza y naturalidad que incorpora imágenes cotidianas en un curso lento y reflexivo.
Luna
Anoche, cuando la
luna
navegaba como un
óvalo
de luz por mi
desván, sentí
que venía a
compadecerse.
Era agosto. Viajaba
con una valijita de
sombras
y unas pocas
estrellas,
las primeras, de
regreso al norte,
y parece que mi
pieza
la desorientó. Se
hizo
la interesada en los
libros,
mientras los otros
objetos
braceaban como en un
estanque
con insospechada
vida:
los collares
destellaban en el joyero,
el escritorio lleno
de papeles
y también los libros
parecían
dispuestos a abrirse
y confesar.
Segura de que la
luna escondía
alguna rara
intención,
esperé; un largo
rato seguí
su frío brillo que
iba
hacia un dibujo de
flores
colgado de la pared
y luego
se deslizaba hasta
la madera
del piso a
descansar.
Suficiente para mí.
Luna -dije-
Ambas tenemos
cicatrices,
¿Acaso escondes tras
de ti
las palabras simples
del amor? Dilas.
No eres mi madre;
con ella, esperé
hasta que murió.
Moon
Last night, when
the moon
slipped into my
attic-room
as an oblong of
light,
I sensed she’d come
to commiserate.
It was August. She
travelled
with a small valise
of darkness, and
the first few stars
returning to the
northern sky,
and my room, it
seemed,
had missed her. She
pretended
an interest in the
bookcase
while other objects
stirred, as in a
rockpool,
with unexpected
life:
strings of beads in
their green bowl
gleamed,the
paper-crowded desk;
the books, too,
appeared inclined
to open and
confess.
Being sure the moon
harboured some
intention,
I waited; watched
for an age
her cool glaze
shift
first toward a
flower sketch
pinned on the far
wall
then glide to
recline
along the pinewood
floor
before I’d had
enough. Moon,
I said, we’re both scarred now.
Are they quite beyond you,
the simple words of love? Say them.
You are not my mother;
with my mother, I waited unto death.
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